Cuento Zen

Había una vez un hombre de piernas cortas que recorría un camino largo. Llevando algunos kilómetros recorridos se cruzó con una mujer de piernas largas. El hombre pensó en lo poco que tardaría en recorrer su camino con las piernas tan largas. La mujer, que venía corriendo por un camino más corto se dijo, (qué suerte tener las piernas tan cortas), de ese modo el camino se me haría más largo. El hombre de las piernas cortas y la mujer de las piernas largas se miraron sin decirse nada. Ambos pensaron cuál sería la razón por la que sus caminos se habían cruzado; ni la mujer podía acortarse las piernas ni el hombre alargar las suyas. Así es que la mujer de las piernas largas, optó por caminar con pequeños pasos por el camino largo y el hombre de las piernas cortas, decidió ir corriendo por el camino corto. No nos hace falta lo que no tenemos. Por eso.

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