La muerte es una gran reponedora. Somos más de siete mil millones de personas y su base de datos no falla, es infalible. Copia y pega en su lista infinita. Elimina líneas y añade columnas. Subraya a los vivos y pone en negrita a los muertos. La muerte nos va persiguiendo a la vez que va por delante de nosotros. Nos olisquea y nos da bocados y pellizcos y nos rodea como una manada de lobos a su presa.
La muerte no se olvida de nuestro bote de mermelada por oculto y escondido que esté. Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio bote de mermelada. No existe nadie, nadie en el mundo que no esté en posesión de un bote. Es de naturaleza que los botes más viejos estén los primeros y los más jóvenes detrás, aunque también existen botes muy pequeños que están delante.
Era abril y el bote de mermelada de mamá estaba en las primeras filas. Pero mamá era tan poderosa, que esa primera noche se quedó mirando fijamente a la muerte sin mediar palabra y, la muerte contra todo pronóstico retrocedió el bote unos centímetros. No me sorprende que la muerte reculara; recuerdo esa mirada azul intensa de mamá, cuando de niña me levantaba de la mesa sin haber terminado de comer. O en mi época de estudiante, cuando le llevaba el boletín de las notas y ella se fijaba en el apartado, «materias a recuperar». Pero la muerte volvió más tarde. Volvió como siempre vuelve, porque la muerte siempre regresa. Treinta y nueve días exactos después. Ni uno menos, pero tampoco ni uno más.
Treinta y nueve «te quieros». Treinta y nueve noches. Treinta y nueve besos. Treinta y nueve sonrisas. Treinta y nueve momentos. Treinta y nueve abrazos. Treinta y nueve lágrimas. Treinta y nueve desayunos. Treinta y nueve paseos. Treinta y nueve comidas. Treinta y nueve cenas. Treinta y nueve conversaciones. Treinta y nueve poemas. Treinta y nueve pensamientos. Treinta y nueve vasos de agua. Treinta y nueve ilusiones. Treinta y nueve carcajadas. Treinta y nueve reflexiones. Treinta y nueve sollozos. Treinta y nueve recuerdos. Treinta y nueve sueños. Treinta y nueve minutos y treinta y nueve segundos y un instante del mediodía, en el que la muerte volvió a por el bote de mermelada de mamá. La muerte no dudó, la fecha en la tapa así lo indicaba; catorce de mayo de 2016. Pero esta vez mamá no se quedó mirando a la muerte. En esta ocasión, mamá me miró a mí. Y como siempre hacia con todos los asuntos relevantes y, con la rotunda certeza de que volveríamos a encontrarnos, me abrazó desde la más absoluta inmensidad azul de su mirada y dulcemente me dijo, «hasta pronto».
39 gracias, me has hecho llorar..,
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Gracias a ti mi querida amiga y lectora 💙
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Maravilloso, maravilloso. Qué joya. Qué joya de texto, qué joya de mamá, qué joya de hija.
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Maravilloso es tu comentario y un lujo para mí tu lectura. Un abrazo Carlos y mi gratitud.
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Al compartirla ya es también la mamá de todos los que también echamos de menos a la nuestra. Y la veo mirándome, como a la tuya, la de todos, mientras me dice tranquila: hasta pronto hija mía.
Gracias por hacerme sentir tanto.
Pilar
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Pilar, gracias a ti siempre. Por tu bondad y exquisita sensibilidad. Un abrazo enorme mi querida profesora y amiga.
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Uffffff, no tengo palabras, qué maravilla hermana.Me ha hecho recordar otra vez esos 39 días, aún a pesar de la enorme tristeza, lo que nos hizo reír y la fuerza que nos dió.
Gracias a ella somos así de fuertes.😍😍
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Gracias infinitas Eva, bien dices,… lo que nos hizo reír… Un abrazo enorme mi querida hermana. Siempre en el corazón.
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Exquisita os recuerdos de esos treinta y nueve días con sus treinta y nueve noches……
Imagino tanto amor y tanta luz enrevesados entre vosotras… Mama y tu, Tu y mama….
Os mantenéis conectadas… De eso puedo dar fe.
Un gran abrazo.
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Emotivo tu comentario Uriel. Otro abrazo inmenso para ti.
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39000 gracias María, estoy llorando❤
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Ufff! Qué puedo decirte de este relato… Me emocionan tus palabras, amigo. Gracias de corazón.
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Me acaba de encantar esta manera tuya de tutear a la muerte y de decir las cosas de una manera maravillosa, como en puntillas.
Un placer leerte.
Me sale del corazón también, un abrazo fuerte.
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Maravilloso es tu comentario. Muchísimas gracias. A mi madre también le habría gustado. Abrazo inmenso para ti. Te sigo leyendo.
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